"Sin importar su nivel intelectual, astucia, edad, religión, raza o talla de calzado, TODOS los hombres son simples. Si quiere algo, lo busca. Es cierto, hay hombres que pueden usar métodos muy rebuscados e innecesariamente complejos para lograr lo que quieren, pero a fin de cuentas, todo lleva una razón bastante sencilla." (Fraternis Veritas p.1, 1750)
Una forma de representarlo es como calles y carreteras.
La mente de un hombre es como una autopista interestatal: tiene pocas salidas, lleva sólo una dirección, y las salidas de la autopista están señaladas claramente. No importa cuántas veces cruces la autopista, siempre te lleva al mismo lugar.
La mente de una mujer es como el centro de Nueva York con una glorieta en medio: Empieza en un lado, se revuelve con miles de calles que vienen de mil direcciones distintas, dan mil vueltas en la glorieta y salen en una dirección impredecible CADA vez que pasan por el mismo lugar.
En pocas palabras, un hombre siempre actúa de la misma forma en la misma situación, y su mente, sea divagante o muy enfocada, siempre lleva un objetivo más o menos evidente y lógico.
Por su lado, las mujeres actuan de mil formas distintas en la misma situación, influidas por mil recuerdos, sentimientos e información que no viene ni al caso, lo cual le lleva a hacer acciones que son, para fines prácticos, ilógicos y sin sentido.
¿No lo creen?
Aquí está un ejemplo:
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